Puerto Rico Revive Un Gran Error Y No Tendrá A Quién Culpar

Una corta oración acerca de Puerto Rico, parte de un informe reciente acerca de la pobreza en los Estados Unidos comisionado por las Naciones Unidas, hubiese sido pasada por alto si no fuese por la reconstrucción de la red de suministro eléctrico que fue destruido por el Huracán María.

Phillip Alliston, profesor de derecho de NYU, escribe que, en su viaje para documentar la pobreza extrema a través de los Estados Unidos, visitó un pueblo al sur de Puerto Rico donde los residentes viven “al lado de una montaña de cenizas de carbón completamente desprotegida, ceniza que llueve sobre ellos causando enfermedades, discapacidad y muerte.”

De esta oración surge una pregunta: No hay minas de carbón en Puerto Rico. Entonces, ¿por qué hay cenizas tóxicas en la isla? La respuesta explica un problema pasado y futuro que desafortunadamente continuará perpetuando el estatus de los puertorriqueños como ciudadanos estadounidenses de segunda clase.

Los problemas financieros de Puerto Rico fueron creados en gran parte por el endeudamiento excesivo como modo de sostener las finanzas públicas. Al tope de la lista de entidades gubernamentales que pedían préstamos se encuentra la autoridad de energía eléctrica de la isla. Aunque Puerto Rico goza de 300 días de sol cada año, es completamente dependiente de combustibles fósiles para generar electricidad. Esta política es increíblemente costosa e inexplicable.

La revelación de la montaña de cenizas tóxicas en el incisivo reporte emitido por la UN, que documenta cómo 40 millones de estadounidenses viven en la pobreza extrema, llega en el momento preciso en el cual Estados Unidos está gastando aproximadamente $18 billones para reconstruir la red de suministro eléctrico de Puerto Rico. Aunque la red será reconstruida para que pueda soportar el embate de un huracán categoría 4, Puerto Rico es una vez más víctima de la dependencia de combustibles fósiles importados que, no solo hará que sea aún más difícil enfrentar la crisis económica, sino que también contribuye a los factores ambientales que crearon al Huracán María y otros fenómenos atmosféricos futuros.

Puerto Rico no debe reconstruir su red eléctrica usando métodos de producción y distribución de energía que utilicen torres, cables y combustibles fósiles. En cambio, Puerto Rico debe utilizar esta oportunidad para construir una red eléctrica del siglo XXI, que tenga como base las microrredes de suministro alimentadas por energía alternativa como, por ejemplo, energía solar, eólica (viento), mareomotriz (marea) y undimotriz (olas). Hawaii, Madeira, Orkney e Islandia son islas con iniciativas completamente desarrolladas que sacan partido a los recursos naturales, produciendo energía limpia que energiza a sus comunidades y negocios. El uso de energía renovable reemplaza el costoso importe de combustibles fósiles y el ahorro conseguido ha sido invertido en mejoras a la salud, educación y oportunidades económicas para los residentes. Estos modelos de producción de energía y de tecnología de combustibles limpios son los que Puerto Rico debería estar adoptando.

Permitirle a Puerto Rico reconstruir su red de energía de manera en que continúe dependiendo del importe de compuestos tóxicos que contribuyen al calentamiento global es equivalente con estar de acuerdo con la perpetuación de su estatus colonial. Podemos tener por seguro que el estatus político actual de Puerto Rico permanecerá consolidado por otro siglo con cada pulgada de cables de transmisión de energía y con cada pie de torres de acero enviadas en los esfuerzos actuales de reconstrucción.